Es un placer llegar a casa, encender una vela, y crear sin esfuerzo un ambiente cálido, relajante y acogedor para evadirse y desconectar. No obstante, uno de los mayores riesgos ocultos de las velas son los componentes químicos que invaden el aire al combustionar, y que en la mayoría de los casos son de procedencia desconocida. De hecho, muchas velas ni siquiera indican la lista de ingredientes que la componen… entonces, ¿cómo podemos saber si nuestras favoritas son healthy o tóxicas?
Se han identificado muchas afecciones asociadas al uso diario de velas en espacios cerrados y, sorprendentemente, no todas son del ámbito respiratorio. Desde el asma, hasta dolores de cabeza, pasando por sequedad ocular e incluso elevando el riesgo de padecer cáncer, la lista de la Environmental Protection Agency demuestra que el humo derivado de las velas de parafina contiene más de 20 componentes químicos peligrosos. En los peores casos, se han identificado fabricantes que también añaden plomo a las mechas para que éstas se consuman más lentamente.
Para reducir el riesgo de toxicidad, en primer lugar, aconsejamos un uso moderado de este tipo de producto, evitando encender múltiples velas en un espacio pequeño. También proponemos cortar frecuentemente la mecha, para que ésta “queme limpia” y no se generen residuos negros en el recipiente.
Además de las prácticas responsables, debemos priorizar la búsqueda de un producto de calidad, aunque suponga para nosotros una mayor inversión económica. Es fundamental escoger velas de origen natural, desconfiando de productos que no identifiquen su formulación o procedencia, y que tengan un precio excesivamente bajo ya que esto suele ser indicativo del origen sintético de sus ingredientes.
Las velas hechas de la cera de abeja o cera de soja son las velas tradicionales no-tóxicas por antonomasia, al contrario que las de parafina que son productos derivados del petróleo. En cuanto a la mecha, es preferible que sea de algodón orgánico.
Si somos lo que comemos… también somos lo que respiramos, y por ello queremos promover el consumo de productos naturales y de calidad en todos los ámbitos. En conclusión, aunque nos encante la idea de encender una vela para relajarnos, esto sólo se considerará una experiencia wellness en la medida en la que apostemos por productos naturales y no tóxicos.
Es un placer llegar a casa, encender una vela, y crear sin esfuerzo un ambiente cálido, relajante y acogedor para evadirse y desconectar. No obstante, uno de los mayores riesgos ocultos de las velas son los componentes químicos que invaden el aire al combustionar, y que en la mayoría de los casos son de procedencia desconocida. De hecho, muchas velas ni siquiera indican la lista de ingredientes que la componen… entonces, ¿cómo podemos saber si nuestras favoritas son healthy o tóxicas?
Se han identificado muchas afecciones asociadas al uso diario de velas en espacios cerrados y, sorprendentemente, no todas son del ámbito respiratorio. Desde el asma, hasta dolores de cabeza, pasando por sequedad ocular e incluso elevando el riesgo de padecer cáncer, la lista de la Environmental Protection Agency demuestra que el humo derivado de las velas de parafina contiene más de 20 componentes químicos peligrosos. En los peores casos, se han identificado fabricantes que también añaden plomo a las mechas para que éstas se consuman más lentamente.
Para reducir el riesgo de toxicidad, en primer lugar, aconsejamos un uso moderado de este tipo de producto, evitando encender múltiples velas en un espacio pequeño. También proponemos cortar frecuentemente la mecha, para que ésta “queme limpia” y no se generen residuos negros en el recipiente.
Además de las prácticas responsables, debemos priorizar la búsqueda de un producto de calidad, aunque suponga para nosotros una mayor inversión económica. Es fundamental escoger velas de origen natural, desconfiando de productos que no identifiquen su formulación o procedencia, y que tengan un precio excesivamente bajo ya que esto suele ser indicativo del origen sintético de sus ingredientes.
Las velas hechas de la cera de abeja o cera de soja son las velas tradicionales no-tóxicas por antonomasia, al contrario que las de parafina que son productos derivados del petróleo. En cuanto a la mecha, es preferible que sea de algodón orgánico.
Si somos lo que comemos… también somos lo que respiramos, y por ello queremos promover el consumo de productos naturales y de calidad en todos los ámbitos. En conclusión, aunque nos encante la idea de encender una vela para relajarnos, esto sólo se considerará una experiencia wellness en la medida en la que apostemos por productos naturales y no tóxicos.